Alimentación para celiacos, una alternativa

La celiaquía es una intolerancia permanente a las proteínas del gluten las cuales se encuentran en algunos cereales como el trigo, la cebada, la avena, la espelta, el centeno, el triticale y el kamut. Es una enfermedad autoinmune, eso significa que el sistema de defensas no funciona correctamente atacando a nuestras propias células intestinales. Aunque no se conoce la causa exacta, es sabido que existe un factor genético importante, con lo cual, la prevalencia de la enfermedad es mayor en familiares de personas celíacas. Hay que destacar que los métodos de diagnóstico se han ido perfeccionando, razón por la cual cada vez conocemos más personas celíacas, sin embargo, son muchos los casos que aún están sin detectar. 

¿Pero cuáles son las consecuencias de la intolerancia al gluten? A causa del mal funcionamiento del sistema inmunológico, la mucosa intestinal se ve gravemente dañada, provocando una baja absorción de nutrientes y por lo tanto, haciendo visibles ciertas carencias nutricionales típicas de la enfermedad; el síntoma más evidente es el bajo peso. Algunos de estos déficits nutricionales pueden solucionarse o incluso evitarse gracias a una buena alimentación pautada por un profesional de la nutrición. A continuación algunos ejemplos.

Carencia de:

Consecuencia:

Hierro y ácido fólico

Anemia

Calcio y Vitamina D

Osteoporosis, Osteomalacia, Desgasto del esmalte dental

Magnesio

Rampas y debilidad muscular

Vitamina K

Coagulopatías

Vitaminas del grupo B

Fatiga, Astenia, Cansancio generalizado

 
Por todo lo mencionado, es muy importante realizar una dieta equilibrada teniendo en cuenta todos los aspectos nutricionales que abarcan la enfermedad, pero sin olvidarnos de disfrutar de cada comida.
 
Cabe destacar que algunos alimentos procesados pueden contener trazas o estar elaborados con harinas que llevan gluten como embutidos, conservas de pescado, natillas o flanes, salsas, etc. Por esta razón, es de vital importancia leer detenidamente las etiquetas de los alimentos que se van a consumir, así como buscar los símbolos que os mostramos o la declaración “gluten-free” que nos asegura que el alimento está libre de gluten. Por último, recordar algunos consejos que ayudarán a minimizar los riesgos de contaminación cruzada en tu cocina: no utilizar los mismos utensilios, tener un armario aparte con los productos sin gluten, no tirar ninguna etiqueta ni poner alimentos en envases nuevos sin nombre, vigilar con la manipulación de productos líquidos o el polvo, y para evitar complicaciones, cocinar primero los platos sin gluten.
 
Hay que tener en cuenta que pequeñas cantidades de gluten son suficientes para desencadenar reacciones adversas: mucho cuidado y mucho amor en la cocina!
 

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