La población mundial crece a pasos agigantados y esto conlleva una mayor demanda de alimentos, entre  ellos el pescado. Los recursos en la Tierra no son ilimitados, y llega un momento en el que es necesario buscar formas de producir más alimento para satisfacer la enorme demanda de toda la población.

Por eso se ha estudiado a lo largo de todos estos años la posibilidad de cultivar peces, y este estudio es hoy una realidad que invade nuestras pescaderías. Gracias a las técnicas de acuicultura, hoy podemos disfrutar de pescados como lubinas, doradas, besugos, rodaballos, salmones y todos ellos a precios mejores para nuestros bolsillos.

SIMILITUDES Y DIFERENCIAS

El pescado salvaje suele ser más sabroso y tiene mejor textura que el cultivado.

El pescado de piscifactoría asegura una gran oferta de diferentes tipos de pescados durante todo el año a precios más o menos estables y sobre todo más económicos.

Actualmente más de un 50% del pescado que se consume a nivel mundial procede de piscifactorías. La acuicultura se defiende argumentando que el pescado de piscifactoría siempre llega fresco a su destino y carece de parásitos, como por ejemplo el famoso anisakis. La diferencia nutritiva entre un pescado salvaje y uno de piscifactoría recae en la vida que ha tenido ese pez. Los pescados salvajes nadan más y comen menos. Por decirlo de alguna manera hacen más deporte para conseguir alimentarse correctamente. Por esta razón son más magros. Sin embargo los pescados de piscifactoría están nadando en una zona limitada y no necesitan hacer ningún esfuerzo para buscar la comida ya que se les alimenta con piensos artificiales,  por lo tanto son pescados con mayor cantidad grasa. 

Por otro lado está la cantidad de omega 3.
Todo el mundo es consciente de la importancia del pescado en la alimentación por su aporte de nutrientes, especialmente por su contenido en ácidos grasos de tipo omega 3. 
Como bien sabemos, los pescados de piscifactoría se alimentan de diferente manera que los peces salvajes, entonces cabe preguntar si cualquier tipo de pescado es similar nutricionalmente.

Los ácidos grasos omega 3 son nutrientes esenciales para la salud, especialmente los de cadena larga: EPA y DHA. El incremento en el consumo de éstos se relaciona con un amplio rango de beneficios para la salud, como el desarrollo de la función neuronal y el tejido ocular, particularmente en niños, y también en la reducción del riesgo cardiovascular, la depresión y otras patologías crónicas. 

La grasa omega 3 se encuentra en una amplia gama de alimentos, tanto vegetales como animales. Sin embargo, los ácidos grasos poliinsaturados de cadena larga (EPA y DHA) se encuentran de forma casi exclusiva en pescados y productos del mar. 
En el caso del salmón, que es uno de los peces con mayor contenido en omega 3, hay investigaciones que dicen que la cantidad de dichos ácidos grasos se ha visto disminuida en los últimos años por los cambios que han sufrido en su alimentación en piscifactorías. A pesar de estos resultados, los expertos hacen hincapié en el hecho de que el salmón de piscifactoría sigue siendo una de las fuentes más ricas en ácidos grasos beneficiosos para el organismo humano, por lo que se insta a que los consumidores sigan comprando salmón de piscifactoría.  Considerando que esta especie de cultivo es ideal para obtener la cantidad que necesitamos de ácidos grasos omega 3.

¿CUAL ES MÁS SALUDABLE?
Sabemos que el pescado en general es saludable porque nos aporta proteínas, calcio, yodo, vitaminas del grupo b, ácidos grasos omega 3..., y tanto los de piscifactoría como los salvajes son saludables siempre que pasen un buen control de calidad. Por eso es importante para el consumidor conocer los certificados de pesca sostenible y los certificados de producción ecológica en acuicultura. También debemos pedir a las administraciones un impulso para erradicar las prácticas industriales en estos sectores considerados antiecológicos que mermarían la calidad del producto.

Esta y otras muchas recomendaciones sobre alimentación saludable podrás encontrarlas en Tcuida. Y tú… ¿te unes al método Tcuida?